NOCHE DE LUNA PLENA
Te mentiría si te dijese que aquella chica no pasó por allí, yo no quise mirar y ella me repudió con su mirada. Te mentiría con un “yo no estuve allí”, “yo no lo viví”, o “yo no fui quien fui”. Te mentiría, amor mio, con toda la honestidad del universo, te mentiría con la franqueza necesaria que devolviese el aliento a mi pasión.
El brillo en los ojos, la mirada entre tinieblas, unas manos sudorosamente tímidas, el mar de fondo, las palmeras al viento, la temperatura justa al corazón y una sonrisa para dos. Estos son los placeres “low cost” que ni las mayores fortunas de la tierra consiguen permitirse. Lo difícil no es conseguir el mar, ni las palmeras, sino el brillo de esa temperada sonrisa para dos. De que sirve el corazón, cuando este se toma como quien alquila una habitación de hotel?.
Y quién sabe, quizá un día, en un descuido, aparezcan a buscarme en mi lecho de soltero aquellas viejas amigas que la bifurcación de caminos despistó.
En mi insano juicio afirmo que los mejores capítulos son aquellos que escribieron las manos de uno mismo, pero sobretodo aquellos en tiempo presente y, con toda seguridad, aquellas páginas con olor a pétalo en flor, que todavía nadie escribió.
Quisiera mostrar en estas letras mi agradecimiento y poder escribir los nombres de todas y todos aquellos que llenaron mi vida y ya no están en ella, algunos por exceso de amor o tal vez por su carencia. Especialmente incluiría a otros que ya marcharon, indecisos entre el azul y el rojo, pero quisiera hacerlo sin herir a quienes la llenan y sin desesperanzar a quienes lo harán…… Pero debo confesar que los años llueven y, aunque mi caudaloso rio sigue sonando y las lunas siguen pasando, uno empieza a asimilar que quizá todo lo que vendrá, ya esté por acá.
Que doloroso debe ser para un alma libre cuando la noche que cae sea la misma que la noche de ayer y con “suerte”, que la de mañana. Que doloroso debe resultar cuando el secuestro del tiempo coja lastre en sus tobillos y sus músculos famélicos le hagan sentir que en esta película acaba ganando el otro.
Y que le voy a hacer, y que le voy a hacer, si todavía me gusta mirar los ojos de lo prohibido, esos del color del sur de mi España, me sigue seduciendo aterrizar en tierra de nadie, donde nada se asemeja al ayer o al mañana y donde el presente nunca llega para quedarse. Y que le voy a hacer, si no he nacido para existir sino para ser, si admiro mas al lobo que al gato, aunque necesite abrazar a mi perro. Y que le voy a hacer, si no encuentro mi felicidad donde dicen los escritos, si sigo soñando con el olor a queroseno con la puerta abierta, con morder las curvas sin frenos, con las puestas de sol del pacífico y con su “ven a buscarlo”. Y que le voy a hacer, si admiro al loco en dirección contraria, si me gusta cenar con la pobreza y dormir con su enemiga. Y que le voy a hacer, si me gustan las lagrimas secas, las arrugas solo en las sábanas y la fiebre en el corazón. Si me gusta abrazar con el alma, si me matan las injusticias y si todavía me quedan destellos de esa cosa marrón que algunos llaman honor. Y que le voy a hacer si de ser mujer quisiera ser “la otra”, de ser niño quisiera ser grande y de ser mayor quisiera ser yo.
“……and here we’re, in heaven”.
Paco Ramos
Paris, 2016
HOSPITAL PARA JUECES
No hay acto valiente que no genere “magistrados”. No hay decisión sin juicio ajeno. No hay atrevimiento sin sentencia, así como no hay primera vez sin jurisprudencia.
Este escrito no reclama justicia ni venganza. No impone sentencias ni llama al orden publico. Aquí no hay victimas ni verdugos, tan solo el préstamo de un espejo donde vernos en cueros, con espinas pero sin ojos ajenos. Un espejo sin aumentos ni reflejos de terceros. 48 signos de interrogación para reconocernos entre lo que decimos y lo que hacemos.
Alguna vez……
- Has sentido envidia?
- Has deseado a la mujer/hombre de alguien?
- Has hecho daño adrede?
- Has hecho de abogado del diablo?
- Has deseado la ruina de alguien?
- Has mentido?
- Has tergiversado una historia a tu favor?
- Has inventado?
- Has sido racista?
- Has herido sin motivo?
- Has criticado inmerecidamente?
- Has juzgado o prejuzgado?
- Has sido victima de tu orgullo?
- Has actuado por inercia social?
- Has callado cuando procedía manifestar un perdón?
- Has hablado mal de alguien en su ausencia?
- Has medido con doble rasero?
- Has disfrazado de silencio una mentira?
- Has tomado lo que no te correspondía?
- Has mostrado dureza cuando sentías arrepentimiento?
- Has sido poseedor de la verdad en algún momento?
- Has mostrado falta de educación?
- Has sido hipócrita?
- Has sido imparcial?
- Has abusado del poder que ejercías sobre una situación o persona?
- Has interpuesto tus intereses a los de los demás?
- Has deseado el mal de alguien en un acto de ira?
- Has maldecido un inocente creyéndolo culpable?
- Has odiado?
- Has sido egoísta?
- Has fingido?
- Has desnudado a alguien con la mirada?
- Has sentido miedo?
- Has sido cobarde?
- Has sentido rencor o ganas de venganza?
- Has mirado a alguien por encima del hombro?
- Has dado falsas esperanzas?
- Has descuidado a alguien que te quería?
- Has amado por egoísmo?
- Has sentido la debilidad?
- Has sido agresivo?
- Has rechazado a alguien por su condición?
- Has sido cruel inmerecidamente?
- Has sido injusto?
- Has callado algo que beneficiaría a un tercero?
- Has abrazado sin sentirlo?
- Has sonreído cuando sentías rechazo?
- Has dicho hola cuando querías decir adiós?
Si tu respuesta a alguna de estas preguntas es un rotundo y tajante NO, miedo me daría el conocerte.
Si un juez juzga la injusticia, no es una injusticia el no poder juzgar al juez?. Dice el poeta “hacen falta tan solo dos años para aprender a hablar y 70 para aprender a callar”. Que torpeza la de aquellos que ejercen el juicio ajeno.
Decía Sartre “la libertad es lo que haces con lo que te han hecho”. Seamos jueces tan solo ante el espejo y dejemos los demás para con ellos. Por que será que siempre acabamos juzgando todo aquello que no tenemos?. Ojalá, este “hospital para jueces” acabe extirpando esa indigna “profesión” que todos, de un modo u otro, ejercemos.
Paco Ramos
Caribe, noviembre del 2015
HABEMUS PATRIA, HABEMUS TELLUS, HABEMUS MATREM
Un buen día, uno amanece en tierra desconocida, de un país cualquiera, a gatas y balbuceando entre los dados recién lanzados por la diosa Fortuna. Ese ente eres tu, aquellos que te rodean tu familia y ese lugar ……tu tierra.
Después, uno puede ir a parar aquí o allá, pero allí donde naces se queda marcado en nuestras almas como una especie de zona cero, desde , hasta y donde confluyen todos los caminos al éxito o incluso a la perdición. Algo así como un “ball and chain” sentenciado por el destino, un kilómetro cero que acaba siempre dando sentido al Blosón de Higins y a su partícula de Dios.
Con el transcurrir de los años, en algún momento uno se pregunta quien es su pueblo, cuales son sus orígenes o eso que llamamos patria.
En mi caso, si bien siempre he emigrado al norte, paradojas de la vida, siempre me he sentido hombre del sur. También me he sentido europeo y hombre de mundo pero muy por encima de todo……… me he sentido y me siento español. Español por educación, también por defecto pero siempre por vocación.
La lejanía de nuestros orígenes nos hacen dar la vuelta a la lupa y minimizar una imagen que solemos ver en “macro”, donde hay mucho detalle pero muy poca amplitud de visión.
Cada vez que regreso a mi tierra, me gusta preguntar a las gentes de cualquier estatus social o civil, de diferentes generaciones, culturas, religiones, familiares, extraños, amigos, vecinos, acerca de cómo ven la situación actual, como ven el país, la tendencia, y en general sus vidas en el. Pues bien, si bien llevo emigrando interrumpidamente desde hace más de 25 años, no recuerdo haber escuchado nunca un “estoy muy bien, todo va bien o somos muy felices”. Cuando no criticamos la política, criticamos la relación de pareja, el trabajo, las subidas de precios, las decisiones ajenas que nos repercuten…. o no, el clima, la incertidumbre económica, las frustraciones o los temores. Magnificamos el potencial de otras nacionalidades y minimizamos siempre la nuestra. Encontramos siempre lo negativo de nuestro pasaporte y dejamos que la ignorancia altere el presente y aniquile la esperanza y en definitiva todo lo bueno que somos y que hace poco más de dos siglos dejamos de creernos. Quizá fuimos demasiado grandes y nos perdimos en la proporción.
Parece una constante en nuestra sociedad, no importa si estamos en época boyante o en la más dura de las crisis económicas, si estamos sanos o enfermos, si nos aman o no, si tenemos trabajo o en paro, si estamos a treinta o a cero grados. Nunca estamos satisfechos y arrastramos un complejo que se antoja crónico.
Después de vivir en varios países del sur, centro y norte de Europa, Norteamérica y Centroamérica, a punto de mudarme a Asia, iniciando mi sexto idioma, haber visitado unos 50 países en 5 continentes y, amenazando mis “cuarentaydiez”, me gustaría invitar a cenar a mi patria y recordarle todo lo que callan los políticos y tantos medios de comunicación al servicio de una ignorancia patética e irracional.
En lugar de centrarse en mirarse el ombligo, sería menester el “utilizar” los medios de comunicación para restaurar daños colaterales, instruir a mis gentes sobre una historia que tiene olvidada, centrarse en lo positivo sacando partido de lo negativo, recordando nuestras virtudes que son innumerables y analizando todo lo que fuimos, somos o pretendemos ser.
En la historia han habido grandes imperios que han dominado grandes partes de la superficie terrestre, el Romano, el Británico, el Bizantino, etc….Queramos vendarnos los ojos o no, hemos sido el mayor imperio de la historia de la humanidad y lo hemos hecho “nosotros”, nuestros antepasados y somos un país de luchadores y gente sufrida, valiente, inteligente, divertida y emprendedora. Saquemos partido de esto.
En el mundo existen 5.500 lenguas. Sabíais que nuestra lengua es la segunda más hablada del planeta como lengua materna después del chino mandarín y por delante del inglés, que es una lengua extremadamente rica y generosa, que se regenera por segundos y que se encuentra en crecimiento extremo? Que los EEUU están luchando contra ella sabiendo que en 2050 EEUU será el primer país hispanoparlante del mundo?
Siempre estamos comparándonos con los países más desarrollados de centro y norte de Europa arrastrando un complejo industrial que no nos lo quitamos de encima. Sabíais que en el mundo existen 194 países y que el nuestro están siempre entre la décima y la quinceava potencia mundial? No os parece un éxito y suficiente para vernos al nivel de lo que somos?
Sabíais que los dos proyectos de tecnología más importantes del mundo son la línea de alta velocidad a Meca en Arabia Saudí y el Canal de Panamá y que los dos los están realizando empresas españolas?
Sabíais que el mayor grupo industrial textil del mundo es Inditex y que su propietario está entre los 3 hombres más ricos del mundo?
No pensáis que tenemos mucho de lo que sentirnos orgullosos en lugar de seguir viéndonos por debajo de los bien poquitos que están por encima de nosotros? Que tenemos 180 países por detrás de nosotros y solo trece por delante.
Sabíais que somos el país más solidario del mundo batiendo record con el mayor número de donaciones de órganos cada año? No es para sentirse orgulloso?
Sabíais que el sueño de la mayor parte de los pocos países que están mejor económicamente que nosotros es visitar o vivir en nuestro país? Pues bien, nosotros ya lo hacemos.
Tanto nacionalistas Catalanes como otros, críticos del otro lado del atlántico centrados en lo peor de nuestro pasado colonialista, como el más español de los españoles, todos debemos agradecer a nuestra historia que hoy tengamos una lengua en la cual podamos comunicarnos libremente en medio mundo. Ella nos une y ayuda para crear, comerciar, emprender e incluso amar. No es esto ya un motivo de agradecimiento?
Vivimos la mayor época de paz que jamás se haya vivido en tierras íberas, con una delincuencia en mínimos, una prosperidad estable, trenes de alta velocidad, autopistas, ciudades acogedoras y llenas de historia y vida, la mejor gastronomía del mundo, un crisol de gentes de diferentes culturas, somos divertidos, mantenemos un temperamento y un humor envidiable capaz de hacer de tripas corazón y somos parte de una tierra que vio nacer a grandes pintores, arquitectos, escritores, actores, ingenieros, deportistas, empresarios, músicos, y en definitiva grandes creadores.
Hoy me siento en mi viejo “desván” y haciendo análisis llego a la conclusión de que los pueblos que peor supieron defender su soberanía a lo largo de la historia, aquellos que perdieron todas sus batallas, son aquellos que hoy luchan como niños por tener aquello que no supieron defender como hombres. Qué sabia aquella frase que la sultana Aixa dedicó a su hijo Boabdil, la misma que hoy dedico a aquellos que apuñalan mi nación y a otras gentes de memoria selectiva o de mal sentir.
Yo no segrego a mi país por zonas, como no segregaría los miembros de una persona. Un hombre es hombre desde los pies a la cabeza, no es un hombre por órganos y tampoco es un hombre a la carta. Uno nace como nace, más o menos guapo, más o menos alto, más o menos inteligente pero eso no le convierte en más ni menos que nadie. Si tuvieseis un hijo menos inteligente que otro, le mataríais? Le echaríais de casa? Espero y supongo que no.
Nuestro pueblo lo hemos hecho nosotros y es el fruto de miles de generaciones, de batallas ganadas y otras perdidas, de ataques y defensas, de sufrimiento, de alegrías, de inteligencia y también de errores cometidos pero sea como sea, es nuestro pueblo.
Hoy quizá no sea perfecto y estemos pasando por un ciclo político de mediana calidad, pero ya vendrán tiempos mejores y recordemos la vieja frase “el pueblo unido jamás será vencido” o “una mano lava la otra”. No hay binomios de uno solo y en tiempos de flaqueza uno más uno son mucho más que dos.
Me resulta curioso ver en televisión como cuando la selección gana el mundial, salen españoles de debajo de las piedras y por todo el mundo, pero cuando pierde, nos hacemos autonómicos, provinciales, locales o nacionalistas. En definitiva nos avergonzamos con la derrota. Ningún líder llega a serlo sin derrotas.
Hay frases hechas muy interesantes como “el patriotismo se cura viajando” y es cierto que se relativiza ese sentimiento y uno sale de radicalismos pero dicho esto, yo soy y seré siempre de España, gane o pierda mi equipo, me roben el pasaporte, se estrelle o no mi piloto nacional, suba al poder la izquierda o la derecha, nos convirtamos en estado laico o no, se apruebe el aborto, nos convirtamos en estado federal o en una confederación, ganemos al tenis o incluso perdamos en todo. Uno tiene a su tierra como tiene a sus hijos, tengan éxito o no, solo tenemos una madre, nos quiera mucho o no, así como nos vamos a morir, queramos o no.
Desgraciadamente, aquellos más manipulables son los menos viajados, y son la mayoría. Aquellos que confunden un lavado cerebral con una inyección de ideales o de honor.
La humanidad es tan inteligente como torpe y por desgracia, solo aprendemos con el dolor. Gracias a la desgracia de ese dolor restauramos nuestros valores, acercamos posiciones, consensuamos, manifestamos sentimientos, compartimos y….....cuantos años han pasado desde la última guerra, ¿no?.
Me considero un hombre tolerante, pluralista, idealista, comprensible y permisivo pero la calvicie de mi lengua me otorga el poder de mirar a las gentes a los ojos y expresarles mi sentir, afrontando pero sin temer las consecuencias de mi gesta.
Abrazo a aquellos que pretenden herir a mi patria pero siempre con la espada en la mano diestra y la pala en la siniestra. Radicalismo? No, pero mi carencia de religión me impide poner la otra mejilla y, por suerte o por desgracia, no tengo más que dos. Quizá si tuviese más, me lo pensaría. Es algo así como los que dicen que van al paraíso tras morir. A varios les he propuesto tirarse por el balcón y que dejen de sufrir aquí pero ninguno aceptó mi propuesta. ¿En que quedamos?
A aquellos que luchan por el separatismo me gustaría verles en caso de amenaza de guerra por parte de otra nación. Les gustaría estar solos y ser pocos o quizá mejor no? Aquellos que su ombligo es más grande que el resto del mundo y se ven superiores al resto, me gustaría verles nacer en una tierra sin mar, principalmente para ver como pescarían. A aquellos encantados de haberse conocido me gustaría verles en un corte diferente del Pangea, en primera línea de fuego o sencillamente manejando los hilos de una verdadera nación.
Cuando dos hombres apuestan a un “pierde paga”, después del resultado de su reto no vale retirar la apuesta. Somos alguien o no? Claro está, que uno solo puede perder lo que tuvo, lo que no tuvo, no.
No soy notario pero doy fe de que la sangre siempre fue roja, incluso la real, que la envidia siempre nace en el perdedor, que nuestros muertos murieron por una razón y que la historia solo tiene una escritura, jamás dos.
Paco Ramos
Caribe, noviembre del 2015
VIAJE A NINGUNA PARTE
Hoy regresó de nuevo a mi interior. De nuevo esa voz. Precisa, sutil, puntual y fiel consejera trae consigo su ya habitual frecuencia de “porqués?”, Turista o viajero? Que soy? A donde? Por qué?, Hasta cuando?..... Llega siempre sin preludio ni pregón, sin causa justificada que la soporte pero como una necesidad para ese "quién" que a veces dudo sea yo.
Rebusco entre las vísceras de mis respuestas semidifusas y en ellas apenas consigo hallar ese tenaz signo de interrogación que otorga el placentero dolor de la sinrazón.
Turista o viajero? Qué antónimo más escurridizo!, diría yo. El primero lo encuentro un sujeto racional, "lo más parecido a un ser humano", o como diría yo, “del otro bando”. Sus razones de viaje pueden ser el aburrimiento, el estrés, el amor, tal vez la evasión, la cultura, o incluso la curiosidad, pero siempre por una causa racional y definida, una causa más. El viajero por el contrario viaja por instinto, por principios y por tanto, por necesidad. Es como una “obligación” tomada desde esa “libertad” que su “genética emocional” le permite. Algo así como “si camino me duele y si me paro reviento”. Un “debo marcharme cuando quiero quedarme”, un, “no me preguntes la razón”, un “me marchito marchando”. Es una especie de “destino la vida”, un “rebelde sin causa”, un “viaje a ninguna parte”, un “ojala te quisiera tanto para poder odiarte”, un “hasta aquí hemos llegado”, un “no puedo no ser así”, un “no quiero dos días iguales”, un “me esperan mis sueños“ o un “perdón por el adios”.
Un buen día se alinean los astros para esa “tormenta perfecta” que te hace poner la primera huella sobre un sendero virgen, ignorante de que no regresarás jamás. Sí, digo jamás, pues si lo haces, no regresa quien se fue, sino quien soñó ser. Ya nunca vuelves a sentir el mismo tacto, a conseguir que tus afectos se reunan en una sola sala, a tu viejo Dios sin tridente, en definitiva, no vuelves más a bailar con la misma. Empiezas a disfrutar de aquello que no veías y a rechazar parte de lo contrario, a añorar personas que dejaste lejos, a hablar lenguas que tus viejos amigos no entienden, a comprender y tolerar culturas mal juzgadas por aquellos que considerabas “los míos” o, como diría yo, a sentirte incompleto. En definitiva, empiezas a darte cuenta que ya no eres como aquellos que te rodean, aquellos que un día dejaste allí, una especie de oveja negra, el proscrito de la manada. Empiezas a interpretar el papel de esa persona que dejaste de ser y que a veces te pierdes en el guión, ……un guión tan olvidado como inolvidable que solo existe en el recuerdo. El mundo es tan grande y la vida tan corta.
Si no hay dos personas idénticas, dos países iguales, dos planetas, dos testigos, dos artistas, dos hijos, dos religiones, dos sonrisas, dos sensaciones, dos corazones, dos aflicciones, dos amigos o dos amores, por qué debe haber dos días iguales? Dos días iguales significan tantas cosas para mi, y no porque sean dos, sino porque no hay dos sin tres. Son el fin de un periplo, la bienvenida a la monotonía, una realidad mal interpretada, el adiós a lo intenso, el abrazo al “confort”, la lealtad a la rutina. Cuando comienzan los días iguales y me abraza la burguesía, mi corazón echa el vuelo y mi alma se hace a la mar en busca de nuevas teces, miradas, retos, temores, de otra vida. Una vida que evolucionará, estoy seguro, para tornarse en otra rutina.
El viajero goza del temor a lo desconocido, necesita de ese sufrir para aprender a vivir. Cuantos ojos tiene el temor y que ceguera la rutina.
Loco o viajero? Inseparable binomio. Prefiero estar loco a morir en el intento. Mi mayor frustración hubiese sido el no llegar a serlo. Y si algún día osáis insultarme, hacedlo llamándome cuerdo. Los genios siempre acaban locos, hartos de tanto ser cuerdos. Bendita sensación la que permite turbar una mirada repleta de sueños.
Y aunque bien cierta es la frase “uno puede irse pero no hacerse”, prefiero perseverar y fracasar en el intento de no conseguirlo a no intentar serlo. Solo los locos aman con locura; definitivamente locura es sinónimo de sueños.
A lo largo de mi viaje he perdido amigos, batallas, costumbres, amores queridos e incluso familia pero nunca perdí mis recuerdos; el mas fiel y gratificante testimonio de no haberme sentido cuerdo. Aquellos que ya no están y me quisieron estoy seguro que nunca se fueron. “Los que no están, están en todas partes”, dice incrédulo el maestro.
Decía Cervantes en boca de Don Quijote “Amor y deseo son cosas bien distintas; que no todo lo que se ama se desea ni todo lo que se desea se ama”. Deduzco por tanto que no hay viaje sin viajero, que el viaje es para el viajero una consecuencia y no una causa. Es el amor por desear, a veces sin deseo y otras el deseo por amar, aún sin tener a quien hacerlo.
Paco Ramos
Caribe, Agosto de 2015
DONDE ESTUDIÓ? LO SIENTO SEÑOR PERO YO SOY DEL 1935 Y SOY ESPAÑOL.
Es ley de vida que a todo nacimiento le llega su réquiem, pero la suerte no es ni imparcial ni objetiva, la suerte es lo que es, la palabra que usa Dios para permanecer anónimo. Un “buen” día uno se despierta en un capazo y, para entonces, el destino ya ha dictado sentencia. Esta es la historia de mi padre, la historia de un hombre valiente, la historia de un hombre de honor.
Algunos niños nacen en circunstancias extremas, en las que no hay espacio para la niñez y deben hacerse mayores a pulmón, entre los sonidos de mortero, el frio sin alma y la hambruna sin condición. Dicen que “Los pobres tienen tan mala suerte que el día que la mierda tenga valor, ellos nacerán sin culo”. Corría junio del 1935, tiempos de rencor.
La guerra se nutría de ideales rotos, de cobardes que cambiaban su alma por un trozo de eso que llaman, el honor. Por mucha educación que recibamos, muy, muy por debajo de la supervivencia siempre estará ese honor. El honor, que es el honor? El honor en tiempos de maleza no es más que un capricho, algo que se inventó para las gentes de buen vivir.
Niño de albarcas de rueda vieja, pantalones con agujero para defecar a la carrera, manos de sabañones, pies de piedra, sotana de monaguillo, brazos de caña, lustre famélico y un alma en almoneda del color que deja la guerra al pasar, negro tizón.
Ese era mi padre, un niño de la guerra, siempre esquivando el destino con sus alfileres, su taba, su aro, su soldadesca, su procesión, su misa de domingo, sus pistolas pintadas por Navidad, sus alforjas, su burro, su cacho de pan con una “mieja” de tocino, su paso ligero, su pelo a tazón, su “aguachote”, su capote y su religión. Y como no, con los pocos sueños que la circundante realidad le concedía, eso si, siempre "con la gracia de Dios".
La hambruna, los disparos y abusos amputaron su infancia pero no su valor, su lucha por situarse en el mapa, su guerra contra el dolor, ese que produce la impotencia de no poder vengar a los suyos, de devolver a su casa lo que la guerra les robó.
Después de la guerra vino lo peor, la postguerra. Menos el post mortem, para el protagonista, casi todos los “post” son peor que los “pre”. Sí, casi todo es susceptible de empeorar.
Recuerdo sus ojos llorosos de hombre noble arrastrando unas secuelas que ni el propio Alzheimer podría borrar.
Cuenta que con 6 u 8 años pasaba días solo, durmiendo en un establo y cuidando del ganado. Su inquietud de niño y el hambre le hicieron planear un “asalto” a un nido de oropéndola. Por desgracia, el nido estaba situado en la cima de un roble y el roble lejos del pajar donde dormía. Trepó el árbol y al llegar a la cima y vislumbrar los pajarillos la rama se quebró, cayendo al suelo y quebrándose los dos tobillos. Ya caída la noche, sin comida, remedio, compañía y, como siempre, sin amor, llegó arrastrándose y ayudándose con los antebrazos por la maleza hasta el viejo pajar. Allí sufrió el dolor de las heridas, la impotencia y la soledad hasta días después que llegó su padre. El concepto de responsabilidad si lo tenía claro y el de valentía mucho más si cabe.
Me cuenta que a la edad de 10-14 años, su pasión era ser torero, que por aquel entonces era lo único que podía hacerle triunfar sin educación en una España cañí que apenas salía de la sala de una "caudilla" rehabilitación. Después de trabajar en el campo “de sol a sol”, en las noches de luna llena, sobre la media noche se escapaba de casa para subir corriendo 10 kilómetros montaña arriba y campo a través hasta un convento que otra guerra abandonó. Allí le sacaban una vaquilla para poder dar unos pases y quitarse el poco miedo que nunca tuvo. Siempre, a cambio de algún favor. Antes de que se pusiese el sol, había que bajar la montaña para llegar a casa y fingir que había dormido en casa toda la noche y de este modo poder evitar la paliza de rigor. Minutos después, de nuevo a la siega, a la vendimia o a lo que se terciase en las tierras de labor.
Debía preguntarse, el amor, que es el amor? Supongo que lo descubriría mucho después, casi como un “malentendido” del deseo o una rama de la pasión. Me temo que, junto al honor, el amor era otro lujo de gentes de postín, de actores de cine, de esos que comen 3 veces al día y duermen de un tirón.
Con la adolescencia llegó la mala educación, casi a cuentagotas, a ratos “libres”, impuesta y administrada a capón, a golpe de dictador y haciendo siempre “honor” a su lema “la letra con sangre entra” que era casi el lema de Dios.
Le siguió el inicio de su mundo laboral, la casa de Alba y el “a la orden, señor”.
Un día le pregunté “Papá, por que te fuiste de allí?” y me respondió “Hijo, por que un día me di cuenta que por mucho que trabajase para el conde, nunca llegaría a serlo yo”.
Después llegó el toque de diana, que nada tenía que ver con una señorita de dicho nombre, el verde caqui, la suerte por fusil y la patria por amor. Allí intercambiaba su comida con un abogado a cambio de enseñarle las cuatro reglas de matemáticas que serían su defensa ante un mundo hostil que estaba por descubrir.
El Cordobés y Luis Miguel Dominguín no paraban de cosechar fortuna, de acrecentar su harén y, como él no podía ser menos, también llegó su traje de luces y la muestra de valor. Época de sueños, de conquistas, de incertidumbre, de “confundir las estrellas con luces de neón”.
Mas tarde llegó la iglesia y los anillos y toda esa confusión del deseo, el amor, la familia y todas las reglas del juego impuestas por una sociedad en proceso de transformación.
A juzgar por los hechos y, teniendo en cuenta las dudas precedentes, deduzco que confundió el milagro de la vida con el derecho de admisión. Supongo que debió responderse una frase que escucharía en sus tiempos de monaguillo, “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
Aquí llegó la hora de la descendencia y, sin querer y con retraso, yo. Eran tiempos de modestia, de crecimiento lento, de lucha dura, de ambición. Apenas quedaba tiempo para los monaguillos de esta nueva iglesia que había creado, mis hermanos y yo.
Tiempos de Toledo, de Castilla, de una Mancha que por mucho que frote no se quita. Tiempos de distancias, de internados, de sacrificio y de restricción.
Eran tiempos de berrear, de plazas de poco aforo, del trote incesante de la ambición. Tiempos para la gloria y también para el dolor.
Siempre le recuerdo cantando, por fuertes que fuesen los vientos, en un caballo y con su son, que no sabría juzgar si era bueno, pero era suyo. Si no era “la zarzamora” era “Toledo es la tierra mía” o “los calzones del ranchero”, pero siempre había o un canto o un llanto. Estos últimos siempre eran como lo hacen los hombres del 35, en silencio y con privacidad.
Si hizo alguna carrera, estoy convencido que fue de letras porque estas eran siempre la causa de dormir a tirones, que no de dormir de un tirón.
Mi padre fue un hombre de ideales, una mezcla del capitán Alatriste y Don Quijote, con su Sancho incluido, un gladiador. Cambió la generosidad de un abogado por un sueño, su sueño, creyó en su patria cuando su patria no creía en el y luchó por una causa tan valida como soez. De cualquier modo, una causa importante para el.
En sus mesillas de noche siempre había novelas de, como él en su correcto castellano pronunciaba, Jon Baine, Clar Guable, Gari cuper o Clint istwu. Eran sus héroes de niño y, con mucho sacrificio, en lo mejor y en lo peor de todos ellos se convirtió.
Como buen hombre del “lejano oeste manchego”, fue valiente, defendió a su familia del enemigo, tuvo arma, su medio de locomoción fue el caballo, no manifestaba muchos sentimientos que le hiciesen verse débil, tubo miles de cabezas de ganado, negoció con los bancos, durmió en el suelo, comió polvo, le gustaban las mujeres y luchó por su honor. Que se le iba a poder pedir a un duro hombre del oeste? Ese es y fue mi padre.
Hombre de convicciones, siempre a mitad de camino entre el blanco y negro y el color, de principios de piñón fijo, de manos con callos, de aquí estoy yo. Siempre tuvo una sonrisa, siempre vio una salida donde nadie la veía, nunca le faltó un sueño, jamás abandonó su pueblo, su partido político o su religión y, además de todo esto, nunca se achantó.
Hoy, las gentes cambian de moda, de patria o de religíon y aparecen morales bastardas con coleta, vendiendo humo a granel, conquistas sin espada y sueños de hormigón. Mientras todo eso ocurre, el sigue portando en público el llavero con el DNI de su ídolo político, de quién, según el, dio sentido a su labor. Mis respetos, querido padre, me quito el sombrero, allá va mi bendición.
Y mientras la vida pasaba te vi reír y llorar a galope tendido, te vi soñar y rogar, te vi resurgir y también temblar pero nunca te vi claudicar. Si tu Sancho ya no estaba, había que buscar otro, si el caballo se moría, había que domar otro, si la rabia amenazaba, sencilla y llanamente había que darle muerte.
Recuerdos, tengo miles, pero si me permites, querido padre, te voy a recordar algunos, difíciles de borrar:
- Recuerdo preguntarte, “papá, cuantos años tienes?” Me respondiste “39, hijo”. Pensé “No puede ser, se ha debido de equivocar”, pero era verdad.
- Recuerdo preguntarte “papá, que hay para comer” y respondías “no sé aun, a ver que cae”. Al rato se oían disparos de escopeta y ese día tocaba perdiz, o conejo o cualquier bicho que merodease la zona.
- Recuerdo un día que me dijiste “Paquito, hoy prepárate que te vienes a apartar toros como un hombre”. Yo te dije “pero si no se montar”. Tenía 8 años. Me subiste encima del caballo y me dijiste “venga, vamos, dale!”. Iba saltando en el caballo como un bufón y pendiente de que no hubiese muchas piedras porque tarde o temprano iba a “aterrizar”. Llegamos a la pradera del pimpollar con un montón de toros y según estábamos apartando, uno se vino a por mi. Oiste las zancadas del toro y desde tu caballo lanzaste la porra a su testud. El toro de 300 kgs cayó al suelo redondo. Aun me cuesta creerlo, pero sucedió.
- Recuerdo de camino a Salamanca que habían cerrado el puerto de la Panamera, pero tu decidiste ir igual. A toda velocidad sobre la nieve, el coche empezó a derrapar y dimos al menos tres trompos en la carretera. Pensé que era el final. Yo tenía 11 años. El coche se quedó finalmente en dirección contraria y venía otro de frente. Me quedé paralizado, y tu, en lugar de asustarte, dijiste “joder, habrá dicho ese “vaya forma que tiene este de dar la vuelta, jajajajaja”.
- Recuerdo cuando con 12 años me dijiste “coge el camión lleno de toros y vete a la gasolinera. Cuando llegues allí le aparcas y te bajas al pueblo andando, no vaya a verte la guardia civil”. De camino, vi una sirena que se acercaba y por miedo a que me pillasen, aparqué el camión en la cuneta y me tiré por un barranco. Pensé, “si la policía ve el camión, se preguntarán que hace allí el camión y te localizarán pero al menos no nos empapelarán a los dos”. Al pasar el coche de la sirena, era una ambulancia. Vaya tensión.
- Recuerdo que con 9 años conducía con un balón bajo el culo y a los 15 me iba con el coche a buscar a mi novia. A veces pienso que siempre fui mayor. Sea como fuere, lo que aquí valoro es tu confianza en mi.
- Recuerdo verte siempre salir en las fiestas a torear, a poner banderillas e incluso cuando el torero no tenía valor, salir y matar. Como mamá era la alcaldesa, te tuvo que poner una multa porque esa labor no era tuya sino del torero.
- Recuerdo que una vez nos fuimos los dos a Cáceres. Yo tenía 9 años. A la vuelta se hizo tarde y dormimos en un hostal que se llamaba “hostal los naranjos”. Era la primera vez que salía de casa y no tenía ni idea de lo que era. Creo que fue la primera vez que dormimos solos los dos.
- Te recuerdo siempre rodeado de amigos y ser la admiración de los demás. Siempre el mas valiente de todos, siempre el menos poderoso pero siempre el ganador. De las consecuencias no hablamos, pero siempre el ganador.
- Recuerdo los días de Villaescusa, dos semanas a caballo entre la maleza, durmiendo en el suelo, sin ducharnos ni afeitaros, exhaustos y con el rifle en el caballo buscando objetivos que no se escapasen e hicieran daño a la población.
- Recuerdo verte meterte en el pantano a salvar una vaca, trabajar de noche y de día, de sol a sol.
- Te recuerdo saliendo a vengar con tus manos el honor de mi madre, el de tu hermano, el de tu cuñado y por supuesto el mío.
- Te recuerdo tirado encima del cadáver de mi madre y suplicando ¨Carmen, cariño no te mueras, por Dios quédate, no te mueras”. Yo tenía 16 años.
- Te recuerdo con todas tus virtudes y complejos intentando defenderte en un mundo refinado que siempre te fue hostil pero te defendiste sí o sí.
- Recuerdo cuando llegaste a casa tras un accidente de coche casi mortal. Mamá me dijo “ve a ver a tu padre, que ha podido matarse”. Estabas magullado por todas partes y me dijiste “nada, no es nada, tranquilo”.
- Recuerdo que un día llegamos exhaustos de la siega y el heno y estábamos hablando en la puerta de casa, cuando apareció una moto de alta cilindrada a toda velocidad y te llevó por delante. Se te llenó la cabeza de heridas y chinas incrustadas y el piloto cayó a un barranco y se cortó la mano. Tampoco te oí quejar.
- Recuerdo las charlas y viajes con tío Cano. Recuerdo aquellas conversaciones casi con precisión de cirujano. Conversaciones que siempre acababan de buen humor.
- Recuerdo el día que te llamé y, sin decirte la razón, te dije “papá, coge la herramienta y vente a mi casa ya. Ha ocurrido algo grave”. Colgaste el teléfono y fue lo que tardaste en llegar.
- Recuerdo nuestro viaje a Suiza en coche con especial cariño porque creo que fue la vez que mas tiempo hemos tenido para hablar. Me acuerdo que, atravesando Francia, nos íbamos comiendo un bocadillo de Jamón de España y dijiste “joder, está tan rico esto que cuando se acabe no se si me voy a poner a llorar. Cuando pillaremos otra igual”. Todavía me rio cuando lo recuerdo.
- Recuerdo nuestros viajes por Suiza, Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Canadá y Costa Rica. Siempre decías “joder, que envidia me da eso de hablar idiomas. Si fuese mas joven….”
Un maldito día de “invierno” llegará, en el cual las campanas te doblarán, la música de réquiem será tu último son, el traje de madera te vestirá y con ello, puedes estar seguro, el eterno dolor de un hijo que, por encima de todo te amó, te respetó, te “acompañó” y siemrpe te admiró.
Esta es la historia de un hombre de esos que se visten por los pies, de los que hacen camino en su vida. La historia de un hombre con alma, aunque nunca aprendiese a mostrar su corazón. Y sí, claro que sí, querido padre, mientras escribo y respiro, la vida, casi, casi, ya……pasó.
Gracias por todo lo vivido, perdón por las batallas y disfrutemos todo lo que aun queda por vivir. Fuiste el motivo de mi escapada y también serás el de mi llegada.
Un día espero hacerme viejo y, seguramente ya no habrá caballos, ni toros, ni guerra, ni paz. No habrá "Yebenes", ni niebla, ni Pancho, ni tio Cano, ni "Charly", ni el "niño", ni el "colín", ni "Colorao", pero estoy seguro que por los caminos del Ranchito, a veces riendo y otras quzá llorando, tu y yo, seguiremos, de un modo u otro, "caminando".
Hubo discrepancias y tensiones, momentos de gloria y también otros de indignación pero la balanza vence a favor, papá. Ahora que los "yo fuis" sustituyen a los "yo soys", quisiera decirte que las lágrimas caídas ya se secaron y que , aunque el tiempo nunca corre a favor, como bien dices tu “en peores plazas hemos toreado, maestro“, "tanta tia buena y yo tan viejo" o “que nos quiten lo “bailao”, campeón”. En definitiva, bellos recuerdos que el tiempo nunca borró.
Paco Ramos
Caribe, Abril de 2015
Leticia 08.09.2017 07:54
Precioso y entrañable relato, envidiable visión de la vida y muy agradable conversación. Un abrazo
Angelines 08.06.2016 19:22
Paco,presiento que estás Un poco cansado........No es así? Esperó continuar leyendo tus poemas ( cuántas cosas guardadas en ésa cabeza )
Nines 02.11.2015 12:00
Paco,como siempre me gustan tus escritos,pero este !!! Es tan realista !!!! Ánimo Paco ,continúa siendo tu ........
Angelines Moreno 19.08.2015 22:21
Como todos Paco....Caballero herrante... Me gusta✴✴✴
Aún no es tiempo 11.04.2015 13:57
Este es el primero que leo paquito desde hace 1 semana ! Tu sabes quién soy
Angelines 01.04.2015 11:36
La verdad es que lo he tenido que leer......en varias veces,pues ya sabes como soy y lo fácil que tengo las lágrimas. Gracias Paco,a tu padre le encantará.
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Comentarios
30.08 | 22:43
Hola Ciborg. Si, son escritos autobiográficos y la vida es un cúmulo de em...
30.08 | 22:05
Buenas noches... O día, según el Hemisferio. Paco, estoy ojeando tus ...
16.05 | 01:00
Sin palabras... Seguro una alma de mundo
02.01 | 03:03
Soñar; buscar, rriesgar; compartir; seducir,abandonar...